«Cuando murió la señorita Emily Grierson, todo nuestro pueblo asistió a su entierro; los hombres por una especie de afecto respetuoso hacia un monumento caido, las mujeres sobre todo por curiosidad de ver su casa por dentro, que no había visto nadie en los últimos diez años excepto un viejo criado- una combinación de jardinero y cocinero.
Era una gran casa de madera, más bien cuadrada, que en otro tiempo había sido blanca, decorada con cúpulas y capiteles y balcones con volutas en el pesado estilo frívolo de los años setenta, situada en lo que en otro tiempofue nuestra calle más selecta. Pero los garajes y las desmotadoras de algodón habían recubierto y borrado incluso los nombres augustos de ese barrio; sólo quedabala casa de la señorita Emily, elevando su terca decadencia coqueta por encima de los carros de algodón y las bombas de gasolina- ofensa a los ojos entre tantas ofensas a los ojos»
El campo, el pueblo, el yermo.
William Faulkner.
Editorial Seix Barral, primera edición.
15 euros.